miércoles, 19 de enero de 2011

Jimmy, o un chico normal

La mañana amaneció soleada. Era lo que en un principio tiende a considerarse como preludio de un buen día. Sin embargo, la vida es impredecible, y de la misma forma que tratar de abrir un bote de mermelada con los dientes es una tontería, decir "hoy va a ser un día perfecto", también lo es.
            Jimmy sabía todas estas cosas. De hecho, tenía en su habitación un póster con las leyes de Murphy, así como cierto número de amuletos para prevenir la mala suerte. Siempre evitaba las escaleras, los gatos negros, procubara evitar echarse sal en las comidas y nunca manipulaba objetos pesados delante de un espejo. Era lo que se dice maniático. Él prefería el término precavido.
            Aquel era el último día de instituto, y sabía que se estaba levantando para dirigirse a la graduación y a una vida nueva, llena exactamente de los mismos ingredientes que habían compuesto su vida hasta entonces... Sólo que ahora lo iba a llamar universidad. Decían que aquello incluía chicas. Prefería no pensarlo, o se le revolvería el estómago y los restos de su bocadillo de tofu acabarían en el suelo. No le hacía ninguna ilusión cambiar de vida. La suya era perfectamente cómoda, y llevaba tiempo amoldado a ella. Pero sabía que tenía que cambiar.
            Había decidido empezar el último día de instituto con el primer cambio radical en su vida, porque le gustaba creer que era algo sutil e irónico. No se había lavado los dientes. Al lector ocasional podrá parecerle una nimiedad, pero lo cierto es que aquello cambiaría (un poco a la larga, eso sí) la vida de Jimmy. Para empezar las chicas se fijarían en él (por su mal aliento), y él se fijaría en las chicas que se fijasen en él, lo que acabaría resultando en un millar de rechazos hasta encontrar a la chica de sus sueños. Pero, bueno, por alguna parte había que empezar.
            Entró en el baño, aún adormilado.Se puso las gafas para sus ojos verdes de miope, se peinó el pelo rubio hacia arriba, intentó afeitarse y se colocó un poco de espuma en las heridas que dejó la cuchilla. Se puso su camiseta y sus pantalones favoritos, que había dejado encima del bidé, sobre su cuerpo blanco y delgaducho, fruto de largas horas de entrenamiento frente al ordenador. Por último, miró fijamente su reflejo en el espejo del cuarto de baño... Y dejó de lado el cepillo de dientes.
            Aquél iba a ser un gran día en su vida. Nunca lo olvidarían ni él ni el olfato de muchas personas más. Pero por algo se empieza.

3 comentarios:

  1. "la vida es impredecible, y de la misma forma que tratar de abrir un bote de mermelada con los dientes es una tontería, decir "hoy va a ser un día perfecto", también lo es". Esa metáfora hubiese causado furor en clase ayer :)
    Y qué pasó luego? A mí me ha quedado la intriga de saber si encontró a la chica de sus sueños y lo más importante, cuál fue el siguiente escalón camino a su revolución particular! jaja :)
    Y si me ha dejado intriga, eso es que es bueno. Así que podrías hacer una segunda parte (ojitos)!

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  2. ahhh...intriga, intriga!!!! ya veré si lo continúo... tengo un par de ideas.... a ver que hago :D me alegra que te haya gustado!

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  3. Ydejó de lado el cepillo de dientes xDDD
    Te veo las influencias :P
    Mola mucho :)
    Continualo

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